Adaptar nuestros currículum a las decisiones del alumnado sobre el aprendizaje.
Para que se sientan parte real e intervengan realmente de forma activa en la vida escolar debemos potenciar su autonomía a la hora de decidir qué, cómo y cuándo aprenden para poder adaptarlo al curriculum. Para ello en el aula deberemos también generar más espacios de reflexión más que los que generamos ahora en detrimento de los explicación y realización de actividades de otro tipo.
Adaptar la libertad del sistema educativo británico al nuestro.
Es conocido que este sistema educativo se caracteriza por su flexibilidad a lo largo del curso escolar de variar de grupos, horarios, profesores. Eso hace que el sistema sea menos aburrido y que genere unos tiempos y realidades más estimulantes para todos. Evitaríamos la inmovilidad física durante largos períodos de tiempo.
Adaptar la política de feedbacks al profesorado del sistema educativo de Finlandia.
No podemos pensar en comunicarnos mejor con los alumnos sin que haya verdadera comunicación. ¿Quién evalúa al evaluador? ¿Quién , qué y cómo comunica al comunicador? Mientras no seamos capaces de pensar que es indispensable el feedback de alumnos, compañeros y familias sobre nuestra labor estaremos aislados en una especie de autismo profesional y no podremos mejorar nuestra labor. Todos estamos convencidos de lo que hacemos es bueno pero también todos sabemos cómo los otros podrían mejorar lo que hacen. ¿Por qué no unimos estas dos realidades? Si conseguimos esto el avance sería mayúsculo para nuestro reto.
Existen iniciativas de VA que se proponen aumentar la participación del alumnado con vistas a la mejora docente. Son experiencias en las que los alumnos dialogan acerca de las características que posee un buen docente.
Adaptar los espacios escolares de auditoriums a lugares de convivencia y aprendizaje
Uno de los factores para potenciar el conocimiento, el aprendizaje y la convivencia es tener espacios ordenados, limpios y amplios donde se puedan sentir a gusto.